Si queremos, tenemos que…

Para poder crear, satisfacer y crecer, se deben lleva a cabo distintos procesos, en todo ámbito, donde el deporte y nuestras pasiones también están inmersas para mejorar y seguir sumando.

Por Tomás Pardo (@TomasPardo)

Miramos y admiramos el patio del vecino de al lado, el cual es la antesala para aquella estantería de trofeos llena, con literatura que reza con bastantes proezas y un cúmulo bastante abultado de alegrías mediante el deporte, cumpliendo reglas, batiendo récords o dando mejores actuaciones a nivel internacional. Pero ¿y nosotros?, será tan difícil cultivar mejores productos en el mismo suelo, el cual no es infertil pero sí necesita mayor tratamiento a la hora de querer cosechar, puesto que la siembra es bastante precaria.

Si queremos ser un país el cual no viva sólo con la ley del mono, colgarse de los triunfos y en la época de poca sombra cambiar a otro árbol, ya que un viejo mal en la historia deportiva nacional arrastra casi como una enfermedad, una fiebre que merma la capacidad de competencia cuando se necesita una mayor fuerza para impulsar un mejor material. El suelo no es el problema, sino más bien el punto de inflexión es el sembrador como el consumidor, ya que aún se mira el deporte como parte de una elite, como también hobby. Ambas miradas bastante alejadas de la realidad, donde el deporte, cualquiera que sea, puede ser una herramienta de superación y goce.

Otro de los puntos para reflexionar es lo poco deportivo que es el país, y en este punto no cuenta el cuántas veces juguemos una pichanga o prendamos la parrilla para ver uno que otro juego, sino que se centra en el cuán capaces somos de entender un juego, sus reglas y estrategias. Sin eso quedaremos eternamente en un silo lleno de “pichanguismo”, “amateurismo” y una ignorancia deportiva propiamente tal.

Por esto es que debemos entender, y aprender, que si queremos tener victorias, triunfos, títulos y ser un Chile lindo, lindo como aquellas medallas que nos llenan de orgullo, también debemos ser un país del cual tengan orgullos nuestros deportistas, ya que está más que demostrado que los grandes éxitos han llegado mediante el esfuerzo y constancia de las familias que han sacrificado mucho, como otras que tienen los recursos para hacerlo. Debemos llegar a tener esa mancomunión de cuajar ambas características y formar un gigante sólida y no un mounstruo de arena.

Si queremos ser un Chile mejor, tomemos un tiempo de nuestra vida, y si tiene hijos, insertarlo en el deporte, sus reglas, sus capacidades, y lo bello que tiene la actividad, la misma satisfacción de superación y el orgullo de participar y ganar. Por esto y en todo lo que queramos, si se quiere, podemos tener un lindo jardín del Edén deportivo.

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