OPINIÓN | ¿Qué te pasa Colo-Colo?

En la Deportiva de Chile compartimos una columna sobre el cuadro albo de Enrique Ramírez Capello, quien fuera reconocido como “Maestro del Periodismo” en 2017 por el Círculo de Periodistas Deportivos (CPD) como homenaje a una dilatada trayectoria. Acá el detalle.

Autor: Enrique Ramírez Capello / Edición: Laurencio Valderrama P. / Contacto: eramirezcapello@gmail.com / Foto: archivo ANFP.cl

Conozco de memoria al equipo de Audax Italiano de 1950: Chirinos; Yori, Bello y Olivos; Luis Vera y Ramiro Cortés; ‘Masseratti’ Carrasco, Valenzuela (reemplazado por Isaac Carrasco, quien después fue gran defensa izquierdo), Espinoza, Tello y Águila.

Lo evocábamos con el semiólogo Alejandro Carreño, fanático de ese club. Él me criticaba que yo fuese hincha, a pesar de mi apellido materno.

Cuando era niño, mis tíos Jorge Capello y Jorge Barra, marido de Italia, a su vez hermana de Virginia, mi mamá, me llevaban a los partidos del equipo verde, con el propósito de persuadirme para ser hincha. Me alentaban, aunque no con mucha frecuencia.

Sí fue muy persistente mi tío Alfredo Bravo, entonces casado con Marina Capello. No obstante heredar la sangre de mi abuelo genovés, el cambio resultó sustantivo. Este tío era gran seguidor de Colo-Colo.

A mis siete años me instalaba bajo el marcador del estadio Nacional. El escudo del bravo ‘Cacique’ se domicilió en mi corazón. Hasta hoy.

Aplaudí la llegada de Jorge Robledo desde Inglaterra. Allá el iquiqueño jugaba en Newcastle United, con su hermano Eduardo. Este también se incorporó a Colo-Colo.

Antonino Vera, director de la famosa revista de deportes Estadio, escribió con énfasis: “El fútbol chileno se divide en antes de Robledo y después de Robledo”. El repatriado era un gran cabeceador.

Luego contribuyó a ello Enrique Hormazábal, mi ídolo de juventud. Para los periodistas especializados Julio Martínez y Raúl Hernán Leppé, ‘Cuacuá’ fue el mejor jugador de todos los tiempos. Hacía impecables pases de 40 o más metros. Y era excelente en ejecutar penales y tiros libres. Se caracterizaba por su picardía popular.

Hormazábal llegó al club albo desde Santiago Morning. Mi papá, hincha de ese equipo, destacaba que lo mismo había ocurrido con el zaguero Arturo Farías (años más tarde pasaría lo mismo con Humberto ‘Chita’ Cruz y Hugo Lepe).

Siempre admiré al arquero Misael Escuti. Es extensa la lista de jugadores que brillan en mi bitácora.

En 1973 Colo-Colo salió vicecampeón de la Copa Libertadores de América y jamás olvidaré a Francisco Valdés y a Carlos Caszely. A la manera de Hormazábal, ‘Chamaco’ sobresalía por la calidad de sus pases, penales y tiros libres. “Me colocaba la pelota en la nariz”, dijo Caszely alguna vez.

Recuerdo que a Valdés lo entrevisté ampliamente. La increíble paradoja: en el vestuario pusieron muchos problemas para prestarle una camiseta blanca, con la que obtuvo cientos de triunfos. Peor aún: cuando llegamos al Estadio Nacional el portero no quiso abrir la puerta para ingresar a la cancha.

Repliqué: “Pero si aquí lo aplaudieron 80 mil fanáticos”.

Mi título en la portada fue: “‘Chamaco’, el estadio te debe un aplauso”.

Quien sí lo recibió fue Caszely, grande en Colo-Colo y en la Selección Chilena. El único premiado por un público rugiente: “!Se pasó! ¡Se pasó!” (N. de la R: en la Libertadores del ’73). Lo admiro hasta ahora.

El ‘Himalaya’ de la fama se logró en 1991, cuando Colo-Colo fue campeón de la Libertadores de América. ¡Todos grandes!.

Hoy, lamentablemente, eso es distinto. Sólo rescato al gran goleador Esteban Paredes, quien igualó el récord de ‘Chamaco’ Valdés (N. de la R: con 215 goles en torneos de Primera División).

Pero sigue en mi corazón.

¿Qué te pasa, Colo-Colo?

RS/erc/lv

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